Matías Covarrubias: “Me encantaría como economista tener las herramientas para diseñar el crecimiento económico, ese es como el sueño oculto de todo macroeconomista”

Matías Covarrubias: “Me encantaría como economista tener las herramientas para diseñar el crecimiento económico, ese es como el sueño oculto de todo macroeconomista”

Matías Covarrubias, quien actualmente trabaja como Research Economist del Banco de España nos cuenta en esta entrevista, entre otras cosas, cómo la tecnología está cambiando el mundo de los economistas y cómo el rol de los bancos centrales se ha ido modificando a través de los años.

1. Actualmente trabajas como investigador en el Banco Central de España, una posición que te da acceso privilegiado a ver lo que está pasando en Europa en términos de inflación y crecimiento. ¿Qué tan complicado está Europa? ¿De acabarse la guerra de Ucrania se terminaría el problema inflacionario y de bajo crecimiento o hay otros problemas más estructurales?

Desde mi perspectiva, el escenario más probable es un aterrizaje rocoso, pero no catastrófico. Creo que la inflación se va a demorar en caer, independiente de lo que pase en Ucrania, debido que los mercados laborales y de renta inmobiliaria tienen mucha inercia y han desarrollado cambios estructurales que no van a detenerse por un tiempo. Dado esto, los bancos centrales no van a poder bajar las tasas durante el próximo año, lo que conllevará una recesión temporal y acotada. Respecto a la guerra en sí, Europa y el resto del mundo han logrado sustituir los insumos involucrados con bastante fiereza, por lo que ya vemos una moderación del impacto de dichos insumos (gas, trigo, etc.) en la inflación. Desde ya, si el conflicto geopolítico se extiende por Europa del este, la situación cambia.

2. Este año el premio Nobel de Economía fue entregado a tres economistas por su aporte al entendimiento de las crisis financieras, uno de los temas importantes que investigan y monitorean los Bancos Centrales, ¿te parece que su aporte fue suficientemente relevante como para ganarse tan prestigioso premio? ¿cuál es la principal lección que nos dejan estos economistas?

En la academia, la decisión de darle el nobel a Bernanke ha sido controvertida, por una razón un poco nerd. Lo que une a Bernanke con Diamond y Dybig (los otros dos ganadores del Nobel) es el estudio de las crisis bancarias. Bernanke escribió un paper muy influyente en 1983 argumentando que las crisis bancarias estaban en el corazón de las crisis macroeconómicas, y elucidando la mejor manera de entender el mecanismo que conecta las crisis bancarias con las crisis de demanda general. Ahora bien, ese paper está escrito como un ensayo. No tiene modelos, y empíricamente solo tiene un par regresiones muy generales que no pasarían el escrutinio empírico de la economía moderna. El resto de los papers de Bernanke en el tema, que sí son metodológicamente sofisticados, son con coautores que no fueron considerados para el Nobel. Dado esto, algunos académicos creen que se le dio el Nobel por su contribución política pero no por su aporte académico. Yo difiero, y mi juicio de Bernanke es al revés. A mi me encantan sus papers, aunque no sean sofisticados. Su explicación de la crisis financiera de 1987 y la posterior recesión de 1989 es la mejor que he leído. El mezcla la economía con un enfoque más periodístico, en donde se mete a fondo a tratar de entender qué pasó con las instituciones involucradas. Por otro lado, en términos de manejo político, creo que el 2008 la Fed llegó tarde a la crisis. La reserva Federal tiene cientos de analistas, pero ninguno advirtió absolutamente nada raro con el mercado de hipotecas y de ratings de derivados. Una vez que la crisis ya era una hecatombe, Bernanke se las jugó, pero creo que hubo complacencia de la Reserva Federal en los años previos.

Por otro lado, Diamond y Dybig eran una opción obvia. Su modelo es simple pero se enseña en todo el mundo. El modelo nos permite tener una distinción clara del criterio de Bagehot, que ha sido la guía para la intervención financiera desde el siglo 19. Hay dos tipos de corridas financieras. La primera es una crisis de solvencia, donde los inversionistas o prestamistas se dan cuenta de que la empresa o banco no es rentable. Si ese es el caso, Let it Be. Por otro lado, hay crisis de liquidez, donde una organización rentable no tiene la caja suficiente para honrar sus obligaciones de corto plazo. En este segundo caso, el gobierno debe interferir para proteger a la institución soluble y evitar una cascada de corridas.  Diamond y Dybig muestran matemáticamente que las crisis de liquidez se pueden dar por una profecía autocumplida, incluso aunque la institución haya hecho todo bien. Con esto, le da un soporte teórico al criterio de Bagehot. Además, muestra que los seguros de depósitos, en el caso de los bancos, eliminan el riesgo de corridas. La única crítica que he escuchado a este enfoque es que se ha impuesto entre los economistas la idea de que la mayoría de las crisis son de tipo profecía autocumplida, cuando la evidencia pareciera mostrar que en la práctica la mayoría de las corridas son a organizaciones no rentables.

3. Uno de los economistas galardonados con el Premio Nobel este año fue Ben Bernanke, Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 2006 y 2014. Bernanke acaba de publicar un libro llamado “21st Century Monetary Policy”. En tu opinión, ¿ha cambiado el rol de los Bancos Centrales? ¿Qué podemos esperar de ellos a futuro? ¿Mantendrán la tasa de política monetaria elevada a pesar de que eso pueda causar desempleo y una recesión?

Ese libro es muy bueno, lo recomiendo totalmente. La parte más interesante para mí es donde explica la crisis inflacionaria de los 70 y el boom de los 80. El mensaje global es que durante el siglo 20 los bancos centrales aprendieron a conquistar las crisis de demanda, pero en el subtexto se puede apreciar el hecho de que los bancos centrales están mal posicionados para enfrentar crisis de oferta, como la de los 70 y como la que vivimos hoy después del Covid y la guerra en Ucrania. La razón es muy simple. Cuando hay una crisis de demanda, caen los precios (deflación) y la cantidad (recesión). La Gran Depresión de 1929 y la Gran Recesión de 2008 fueron crisis de demanda. En este caso, el trabajo del banco central es fácil. Utilizar política monetaria expansiva para subir el precio y la cantidad. No hay trade-offs. En el caso de las crisis de oferta, la cantidad baja pero el precio sube. En este caso, el banco central se ve obligado a elegir entre combatir la inflación y combatir la recesión. Es fácil imaginar la cantidad de aristas políticas que tiene esta decisión, aquí la técnica no alcanza. Los modelos neokeynesianos que más se utilizan dicen que hay que combatir la inflación pero no ha muerte, es decir, hay que tolerar un poco de inflación temporal para evitar una recesión grave. Este punto es controvertido políticamente, porque la idea de que un desempleo alto es inevitable en el corto plazo porque hay que luchar contra la inflación es poco intuitiva. La lógica de por qué hay que combatir la inflación, bien importante hoy en día, es que si uno no combate la inflación hoy habrá que combatirla mañana a un costo aun mayor en términos de desempleo.

Esta distinción entre crisis de oferta y crisis de demanda es para mí la clave para entender el rol de los bancos centrales en el siglo 21. Mi sospecha es que el siglo que hoy transitamos está lleno de sorpresas por el lado de la oferta. Hay un gran número de cambios estructurales que van por el lado de la oferta, como el cambio climático, el envejecimiento de la población, la automatización y la inteligencia artificial. Esperemos que cuando el próximo Bernanke escriba “22st Century Monetary Policy”, podamos decir que los gobiernos aprendieron a dominar las crisis de oferta (con solo decirlo ya se ve difícil).

 4. Cuando uno se imagina un doctor en economía se imagina a alguien inteligente, pero no suele uno asociarlo a temas como la inteligencia artificial. Sin embargo, en tu tesis del doctorado utilizaste un algoritmo de IA llamado “Deep Reinforcement Learning” para resolver un problema económico, como lo es la respuesta de las empresas a cambios en la tasa de interés del Banco Central. ¿Cómo está la tecnología cambiando el mundo de los economistas?

Voy a jugar al juego de los siglos nuevamente. En términos de pensamiento macroeconómico, el siglo pasado se caracterizó por la apropiación de las herramientas y el lenguaje de los físicos. El desarrollo de la macroeconomía en el siglo 20 fue cómo el desarrollo de la física pero comprimida. Partimos escribiendo ecuaciones ad-hoc para describir los fenómenos agregados y luego transformamos dichas ecuaciones a partir de los “micro-fundamentos”, donde primero se describe el comportamiento micro y después se agrega. En la analogía, en física lo macro sería la astronomía y lo micro sería la mecánica cuántica y la relatividad general. En economía, lo macro es el keynesianismo antiguo como el modelo IS-LM y lo micro son los modelos de expectativas racionales que se desarrollaron a fines de los setenta. 

En contraste, creo que el siglo 21 se va a caracterizar por la apropiación de las herramientas y el lenguaje de “Computer Science” (CS), que es el campo de la ingeniería dedicada a la teoría de la computación. Este proceso ya empezó hace algunos años con la aplicación de machine learning y big data en varios campos de la economía, pero todavía está en sus primeros paños. En macroeconomía, han surgido varios papers proponiendo metodologías de redes neuronales para solucionar modelos macroeconómicos de gran escala, pero lo que se incorpora es simplemente una manera de aproximar funciones. En mi opinión, esta incorporación de conceptos de CS es todavía superficial, no hemos aún explotado las ideas revolucionarias.

Mi tesis fue una especie de “demostración de concepto” de cómo se puede aplicar una de las dos ideas revolucionarias de CS, que son los algoritmos de inteligencia artificial llamados Deep Reinforcement Learning (la otra son los Large Language Models (LLMs)). Estos algoritmos son los que se utilizaron para vencer a los humanos en ajedrez, Go y un montón de otros juegos, y ya se están aplicando a prácticamente todos los campos de la ingeniería. La gracia de los algoritmos es que aprenden solos a través de la interacción y la experimentación y que tienen expectativas racionales, es decir, ellos estiman lo que va a pasar en el futuro según su comprensión del mundo y la evidencia disponible. En la práctica, lo que uno hace es que uno crea un simulador del problema que quiere solucionar y le enchufa el algoritmo. Luego, el algoritmo empieza a tratar distintas cosas y después de millones de interacciones muestra acciones cerca del óptimo. En mi tesis, yo mostré que si uno simula una economía idéntica a la que se utilizan en modelos clásicos, los algoritmos llegan a las decisiones óptimas que los economistas calculan con métodos tradicionales. Luego, construí una economía que sabía que era de interés en el campo de política monetaria con estructuras de mercado realistas, pero en que los métodos tradicionales fallaban, y estudié la solución a la que llegan estos algoritmos. Creo que salieron conclusiones bien interesantes respecto al rol de la estructura de mercado para la transmisión de política monetaria y yo aprendí muchísimo. Fue un primer paso, plagado de ensayo y error. Hoy tengo una visión más clara respecto a como utilizar estas técnicas para el beneficio de nuestra comprensión económica. Fue medio una locura, pero como dicen en Chile “si no pa qué”.  

Hablemos de Chile

5. Rodrigo Vergara, ex presidente del Banco Central en una entrevista a Radio Infinita dijo que “hay una generación entera que no valora la estabilidad de precios porque nunca ha tenido inflación alta”. ¿Estás de acuerdo con esta opinión?

Totalmente. Este fenómeno se ha comprobado empíricamente para otros países. Las generaciones que no experimentan inflación muestran opiniones menos conservadoras en cuanto a la tolerancia a la inflación. Es decir, le faltan el respeto a la inflación. Yo creo que eso tiene dos explicaciones. Primero, la inflación es un fenómeno muy abstracto, cuya víctima no tiene rostro. Dado esto, la preocupación por la inflación implica desde ya tener que pensar en el funcionamiento del sistema, por lo que nunca va a haber una respuesta visceral. La segunda explicación, más profunda quizás, es que lo economistas tampoco entendemos tan bien por qué la inflación es costosa. En una economía idealizada, el nivel general de precios es irrelevante, un simple tema de denominación. Si yo le agrego un 0 a todos los billetes, y todo se ajusta acorde a eso, nada sucede en realidad. En la práctica, el ajuste de una economía a un cambio en el nivel de precios es muy caótico, lo cual gatilla un desorden generalizado que es difícil de describir. En los modelos neo-keynesianos, el costo de la inflación se debe a que se dispersan los precios relativos, dado que algunas firmas ajustan y otras no, y eso genera un problema de asignación de recursos. Yo dudo que en la realidad ese sea el principal costo. Podríamos enumerar el impacto de la inflación en distintos aspectos, pero la lista es larga, por lo que la conclusión termina siendo “es que queda la embarrada”.  Hay mucha verdad en ello, pero es difícil hacer campaña con ese slogan.

6. El Banco Central de Chile anticipa una contracción de la economía chilena de entre -1,5% y -0,5% para el próximo año, ¿eres optimista o pesimista respecto a la capacidad de la economía Chilena de retomar una buena senda de crecimiento en el mediano plazo?

Yo soy optimista respecto a la capacidad de la economía chilena de crecer en el corto y mediano plazo, pero crecer apenas. De acá a cinco años, ¿vamos a volver a crecer sobre el 5%? No lo creo. ¿Sobre el 3%? Ojalá. 1 o 2% de crecimiento me parece super factible.

7. Si fueras Ministro de Hacienda de Chile, ¿cuál sería tu primera prioridad en términos de política económica?

Simplificar y luego simplificar. Ahora al ministerio de hacienda le toca jugar de defensa, en el sentido que su tarea principal va a ser lograr que se apruebe una reforma tributaria decente para financiar las reformas sociales. El nuevo sistema tributario tiene que ser lo más simple posible. Uno de los beneficios de una reforma simple es que promueve su supervivencia, porque es muy fácil hacer y deshacer una ley que vive en sus detalles, como la reforma del Gobierno de la Presidenta Bachelet. Además, creo que los sistemas tributarios simples son más fáciles de vender a la ciudadanía y los empresarios. Hay mil razones más, pero en definitiva yo gastaría mucho capital político en simpleza. Lo más probable es que la reforma social incremente el tamaño del estado a cerca de un 30% del PIB. Yo creo que eso se puede lograr, pero el diseño tiene que ser una belleza. En mi mente, una parte importante del futuro de Chile se juega en esta misión.

Ahora, hablando en un futuro hipotético en que el Ministerio de Hacienda juega de delantero, como fue en los gobiernos de la concertación, surgen otras prioridades. En términos de la agenda pro-crecimiento, creo que el rol del gobierno es simplemente no entorpecer y proveer infraestructura básica. Me encantaría como economista tener las herramientas para diseñar el crecimiento económico, ese es como el sueño oculto de todo macroeconomista. Un subsidio acá, un impuesto allá, un puerto en no se dónde, y boom, tenemos crecimiento. Pero lo cierto es que nadie sabe cómo hacer eso. Nunca se ha logrado en la historia e intelectualmente no conozco ningún paradigma que entusiasme. Algo se puede hacer por el lado de la provisión de infraestructura. En esa línea, yo apostaría por hacer una cooperación pública-privada para armar una infraestructura computacional bestial. Si lográramos atraer a los mejores ingenieros de Latinoamerica y generar un ambiente de innovación, podríamos competirle a cualquier país en esa esfera. Digo esto porque la computación tiene algo especial, que es que un par de programadores de nivel mundial con un super computador y apoyo institucional puede ganarles el gallito a países completos. Un ejemplo reciente de eso es la empresa “Stable-Difussion”, que hoy le está compitiendo a las dos superpotencias (Open AI de Microsoft y Deepmind de Google) con un milésimo del presupuesto.