
Fondos inmobiliarios: La ilusión del dividendo seguro
Durante años, los fondos de renta inmobiliaria fueron vendidos como una alternativa 2.0 de la renta fija tradicional. El relato era seductor: dividendos constantes, respaldo en ladrillos y una rentabilidad superior. En apariencia, la combinación perfecta para el inversionista conservador que quería “vivir de la renta” sin sobresaltos.
Durante un tiempo la promesa se cumplió. Los dividendos llegaban puntuales y los valores cuota apenas se movían.
Parecía una inversión segura: nada ocurría, y eso tranquilizaba. Hasta que dejó de ocurrir. En el último tiempo varios fondos suspendieron dividendos y otros exhiben pérdidas patrimoniales severas.
¿Qué ocurrió? La respuesta más fácil sería culpar a las condiciones de mercado: tasas más altas, vacancia post-pandemia, contracción del consumo. Todo eso es cierto, pero también es incompleto.
El verdadero problema es que el desempeño de los años buenos indujo a muchos — inversionistas y también asesores — a creer que el riesgo era bajo. El dividendo periódico actuó como un ancla psicológica capaz de maquillar la volatilidad y el riesgo: si paga cada tres meses, ¿qué tan riesgoso puede ser? Sin embargo, este “bono con esteroides” tiene un problema que no se divisa a simple vista; arrastra colas gruesas: eventos poco frecuentes pero devastadores que evaporan valor con rapidez.
Dicho de otro modo, mientras el viento sopla “a favor” el fondo se comporta como un instrumento muy conservador; cuando cambia la brisa, se hunde con la velocidad de un activo ilíquido y difícil de valorar. La ilusión de flujo estable desaparece justo cuando más se necesita.
Esta no es una crítica al activo en sí. El sector inmobiliario aporta diversificación en portafolios bien diseñados. El cuestionamiento va a la forma en que se presentaron: describirlos como fondos conservadores con dividendos casi seguros fue, en el mejor de los casos, imprudente; en el peor, una estrategia de marketing que confunde forma con fondo.
En inversiones, lo que parece mágico rara vez lo es. El dividendo seduce, pero como toda ilusión bien ejecutada, el truco suele revelarse cuando ya es tarde.
La nueva ola de fondos de renta y deuda inmobiliaria ofrece una oportunidad: ¿aprendimos la lección?
José Tomás Valente
CEO y Cofundador de Betterplan