¿Se puede comprar la felicidad?
Todos alguna vez hemos escuchado a alguien decir que “el dinero no puede comprar la felicidad”, pero otras tantas veces nos hemos llegado a convencer de lo contrario. Para los académicos tampoco ha sido una pregunta fácil, sin embargo, estudios recientes han llegado a resultados interesantes. Para interpretar estos, eso sí, es importante distinguir entre medidas “evaluativas”, que preguntan sobre la satisfacción con la vida en general, y “emocionales”, que preguntan sobre qué tan seguido se experimentan emociones positivas/negativas.
El Premio Nobel Daniel Kahneman y el economista Angus Deaton concluyeron en base a medidas “emocionales” que más dinero sí da mayor felicidad, pero solo hasta un tope (US$75.000 al año), después del cual no había relación alguna entre dinero y felicidad. Más recientemente, el sicólogo Kostadin Kushlev y coautores señalaron que si bien el mayor ingreso deja de asociarse con emociones positivas, sí se puede asociar con menor tristeza. Los autores explican sus resultados señalando que “tener más dinero proporciona más opciones para hacer frente a la adversidad”.
En la otra vereda, los economistas Wolfers y Stevenson, utilizando medidas “evaluativas” concluyen: “Las personas más ricas son más felices. Los países más ricos son más felices. A medida que los países se hacen más ricos obtienen también mayor felicidad”. Sin embargo el mismo Wolfers pone nota de cautela ante las interpretaciones de sus resultados, señalando que estos no concluyen que el dinero sea lo único que importa ni lo más importante, sino que hay una relación positiva entre ingreso y satisfacción con la vida. Es más, no descarta que mayor felicidad repercuta en mayor ingreso.
¿Qué otros consejos sobre felicidad nos entregan los estudios?
Importa de dónde venga el dinero: si el ingreso proviene de beneficios estatales, los hogares experimentan menos bienestar por ese ingreso (ONS-UK, 2015). Importa cómo se gasta ese dinero: Gastar el dinero en otras personas promueve la felicidad (Dunn et al, 2008); gastarlo en experiencias a la larga trae mayor felicidad que gastarlo en cosas materiales (Gilovich et al, 2014).
En fin, el misterio de la felicidad no es fácil de desentrañar, pero estos estudios nos hacen detenernos por un segundo y reflexionar cómo andamos por casa.
Economista – CEO Betterplan Advisors