José Tomás Valente: ¿Podemos predecir el futuro (y el dólar)?
Las leyes que rigen el universo, ¿nos permiten predecir exactamente lo que va a ocurrir en el futuro? La respuesta breve es no, y sí. O al menos esa era la opinión de Stephen Hawking. Según el científico, en principio, las leyes de la ciencia sí nos permitirían predecir el futuro. Sin embargo, en la práctica, son muchas las variables y los cálculos demasiado difíciles como para que sea un ejercicio factible.
Esta lógica de las leyes del universo nos puede resultar muy útil a la hora de entender las proyecciones financieras. Por un lado nos dicen que sabemos valorar compañías, que el precio de las acciones reflejan los dividendos futuros, que ciertos factores aprecian o deprecian el tipo de cambio, ¿por qué entonces los economistas se equivocan tanto en sus predicciones?
La respuesta, en parte, es similar a la dada por Stephen Hawking. Aunque cada uno de estos conocimientos sobre los mercados financieros funcionara tan bien y consistentemente como las leyes que gobiernan la física, en la práctica hay millones de consumidores, políticos e inversionistas que todos los días toman decisiones respecto a qué comprar, qué política implementar y en qué invertir. La interacción entre todas estas personas resulta en múltiples escenarios posibles y un pequeño cambio en una variable puede terminar teniendo un efecto global. Tratar de predecir todas estas elecciones e interacciones es simplemente demasiado difícil como para ser posible.
¿El que no podamos predecir el futuro significa que no sirve todo lo que hemos aprendido sobre finanzas y economía? Para nada. Sabemos que una mayor inflación, un menor diferencial de tasas de interés y una mayor deuda pública tienden a hacer subir el tipo de cambio. Lo importante es ser humildes respecto a las limitaciones del análisis y entender que esta visión esperada del futuro no es determinística, sino que está envuelta en una capa de incertidumbre y que otros factores que no estamos tomando en cuenta podrían alterar nuestras predicciones. Por ejemplo, sabemos que la trayectoria de endeudamiento que está teniendo Chile aumenta las probabilidades de que la moneda se deprecie, pero es difícil saber cuándo, cuánto, e incluso hay que estar abierto a la posibilidad de que otras variables que no podemos prever compensen o aumenten el efecto.
No hay que desanimarse. Si los físicos son capaces de convivir con el Principio de Incertidumbre de Heisenberg y con la imposibilidad de conocer al mismo tiempo la velocidad y posición de las partículas, nosotros debiéramos ser capaces de aceptar la incertidumbre que rodea las proyecciones y dudar de todos aquellos que prometen saber cómo será el futuro.